El viernes estrenaron una joya: SOS Adolescentes. Después de Ciudadano Kane y Casablanca, lo mejor que se ha emitido nunca por la tele. Pero no quiero hablar del programa, sino de una escena que vi en el reportaje que emitieron previamente. Iba de jovenes, botellón, motos robadas… lo clásico en nuestros jóvenes, vaya.
El susodicho reportaje se daba una vuelta por lo más granado de los púberes (y pre-púberes) de nuestra geografía. Desde el Pais Vasco (los más asentados, la verdad) hasta la Costa del Sol. Entre los diversos grupos de jovenzuelos a los que se entrevistaba destacaba uno por encima de todos. Chavales de 8 a 18 años aficionados al motor y al chocolate. Vamos, como dicen por allí, ‘la crema’. Uno de ellos decía que si abría un libro se mareaba. Chúpate esa.
Mientras se fumaban unos ‘chuflos’ la entrevistadora les preguntaba lo típico, que si no serían muy jovenes y eso hacia mucha pupa, que si tal, que si pascual. Entre la maraña de chavales se asomaba entonces una mujer de unos 35 años diciendo que ella lo veía bien. Que si le dan marihuana a un enfermo de cáncer, qué mal le puede hacer a ella.
No hay debate en torno a la legalización de las drogas en las que no aparezca un fulano listo y analítico que te rilas, con más títulos que la Duquesa de Alba, diciendo que la legalización si, pero para fines medicinales, no lúdicos. Lo más curioso es que si ves estos debates en el bar, siempre hay alguno que le da la razón al sabio, asintiendo mientras se acaba la copa de ‘Terry’.
Una puntualización: TodavÃa no he visto ninguna madre llorando porque su hijo se haya destrozado la vida con el Terry.
Pues abre los ojos.