‘Me voy al tigre’, dicen algunos cuando tienen que ‘hacer mayores’. Otros hablan de un tal señor ‘Roca’ e incluso a ‘matar a Drácula’, he oido alguna vez.
Lo que está claro es que todo el mundo tiene que pasar por el wc de vez en cuando, y en sitios donde se aglomera la people como estadios de fútbol, cines o lugares de trabajo, esto se traduce en que éste deja de ser un espacio íntimo para convertirse en lo que los romanos llamaban columnas rostrales, donde la gente se sube a escupir lo que tengan que decir.
El caso es que no estamos en una provincia del Imperio Romano, sino en la España Cañí, donde la gente aprovecha su paso por el inodoro para dejar sus opiniones políticas, laborales, sociales o erótico-festivas en la puerta del servicio.
Las pintadas que se ven en nuestra oficina son estándar. Desde la típica mentándole la madre al patrón hasta el típico refranejo de gasolinera (si presumes de altura, con la punta toca esta escritura, dice una).
Lo que está claro es que el tema del fútbol triunfa en toda puerta de urinario que se precie: ‘Puta Barça’, ‘Me cisco en el Real Mandril’, ‘Ultras Sur’, etc. Todas ellas tachadas y pintarrajeadas encima de nuevo con amenazas del ultra o frentatlético de turno.
También triunfa bastante la del compañero cabrón. Uno que pone ‘Maricón’ y al lado una extensión de teléfono. O el que directamente llama ‘Puta’ a una tipa con nombre y apellidos.
No he tenido ocasión de entrar a comprobar lo que pone en las puertas de los mingitorios femeninos, pero algo me dice que están inmaculados. Seguramente porque, a partir de cierta edad, la diferencia entre hombre y mujer se acrecenta. Vamos, que los fulanos somos más de seguir haciendo el ‘berzas’, mientras que ellas tienen cosas más importantes que hacer. Otro día hablo de eso.
La verdad es que después de esta divagación dudo entre dos conclusiones: o somos gente poco civilizada o ciscar nos aburre una barbaridad.