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This is the end

por Serafin Espino

La vida es corta chavales y todo pasa rápido. Como sabéis dentro de poco abandono este corral. A menos de que Pableras se tire el moco y nos suba el chiringuito a la web, este será de los últimos bajaestofa que escriba. Antes de pirarme quería dar la gracias todos aquelos que habitan esta leonera: […]

La vida es corta chavales y todo pasa rápido. Como sabéis dentro de poco abandono este corral. A menos de que Pableras se tire el moco y nos suba el chiringuito a la web, este será de los últimos bajaestofa que escriba.

Antes de pirarme quería dar la gracias todos aquelos que habitan esta leonera: a Newman por ser un asqueroso integral, al Naufrago por una pronta recuperación, a Ofelia por se la mujer que complementa la asquerosidad de Newman, a Julián por darnos tantos momentos de gloria, a Don Pimpon y a Gutierrez para que sigan siempre así, a la Torda enseñarnos su corsetería de rancio abolengo, a mi paisano el charro por aguantarla, al Tostao por ser un tipo corporativo, a Cesar Rodriguez por enseñarme lo que es realmente la vida y a Vidal por poner banda sonora a la oficina, al del pijama por esos bugas que se gasta y finalmente al capitán cadenas, por dar todo lo que lleva dentro en su puesto de trabajo.

Seguramente me dejo a alguien, pero si es así, todavía hay tiempo….

Las edades del hombre

por Jorge Cárcamo

El género masculino, dotado del poder de la selva y todas las panoplias animales que se nos otorgan peca en la mayoría de los casos del síndrome de Peter-Pan…

Resulta curioso ver cómo nos hacemos mayores. Sobre todo si comparamos hombres y mujeres.

No soy muy amigo de la generalización ni de la guerra de sexos, salvo para chascarrillos, pero en este caso la excepción confrima la regla. Si existe excepción.

El género masculino, dotado del poder de la selva y todas las panoplias animales que se nos otorgan peca en la mayoría de los casos del síndrome de Peter-Pan. Toda pareja hetero que se precie, tiene la misma polémica a lo largo de su relación.

‘Vámonos a vivir juntos chato‘, le dice la torda al maromo. Y a él se le congela el alma y le tiemblan las piernas.

Cuando viven juntos, ‘vamos a casarnos nene‘, y a él le entran ganas de echar la pota.

Una vez casados, ‘No te gustaría tener un fulanito‘, y al se le cae la lata de cerveza de la mano (incluso se orina encima, que se han dado casos…)

La cuestión es que a los tordos, les (nos) da un miedo que te rilas hacernos mayores. Con lo bien que se está en casa tú solo pimplándote una yonkibirra con ‘Los Chichos’ ‘a todo rabo’ en tu equipo de música y tú en porreta paseándote por las habitaciones perdiendo el tiempo, que para eso está.

Lo que está claro es que para todo hay una edad. Y que media España desearía tener 10 años menos (salvo los de 10, que quieren tener 10 años más), y actúa como si los tuviera. De lo que no somos conscientes es del peso del tiempo sobre el cuerpo, que es muy sabio y te avisa cuando le intentas engañar.

A los partidos de fútbol-sala de treintaañeros me remito… Alguno echa una pachanga y parece que viene de Iwo Jima…

Rapiña electoral

por Serafin Espino

Cuando mi padre va a vender longanizas no hay periodistas y el género que vende es bastante mejor.

Me fascinan las dos semanas previas a las elecciones. A cualquier elección, ya sea nacional, autonómica,municipal o incluso vecinal. Me fascina ver como a los candidatos a dichos sufragios descubren, o en algunos casos recuerdan, el nuevo mundo. Esto es algo desconocido para ellos, que no ven todos los dias vamos.

Quien no ha visto llegar a ese candidato, sonrisa en ristre e irse al mercado. Porque no se que leches tienen los mercados que todos los candidatos se acercan a ver al fulano que vende lechugas para darle la mano (que despues sumergeran unas horas en desinfectante o método milton, que una cosa es hacer campaña y otra manchar el escritorio de caoba despues de darle la mano al pescadero de turno) y ya de paso, un pin o pegatina con su carreto junto con un panfleto en el que especifica todo lo van a hacer con la mitad de lo que el buen hombre tiene que acoquinar todos los meses en forma de impuestos. Estas visitas al mercado la verdad no se porque salen en las noticias. No es mas que un sinvergüenza engañando a un trabajdor honrrado. Cuando mi padre va a vender longanizas no hay periodistas y el género que vende es bastante mejor.

Ayer un pamplinas que se presenta a la alcaldía de Salamanca fué a comer a un comedor universitario y toma portada de «La Gaceta» como si nunca fuera nadie a comer allí o como si hubiera puesto el menú Ferrán Adriá. Yo personalmente le diría la señor fotógrafo de la gaceta que el día 28 de mayo, día despues del día D, se pille la cámara y se acerque al comedor. Seguro que se encuentra al soplacirios este comiendo potaje. Y al otro comprando lenguadinas en el mercado. No te jode.

La voz del pueblo

por Jorge Cárcamo

…todo el mundo tiene que pasar por el wc de vez en cuando, y […] éste deja de ser un espacio íntimo para convertirse en lo que los romanos llamaban columnas rostrales…

‘Me voy al tigre’, dicen algunos cuando tienen que ‘hacer mayores’. Otros hablan de un tal señor ‘Roca’ e incluso a ‘matar a Drácula’, he oido alguna vez.

Lo que está claro es que todo el mundo tiene que pasar por el wc de vez en cuando, y en sitios donde se aglomera la people como estadios de fútbol, cines o lugares de trabajo, esto se traduce en que éste deja de ser un espacio íntimo para convertirse en lo que los romanos llamaban columnas rostrales, donde la gente se sube a escupir lo que tengan que decir.

El caso es que no estamos en una provincia del Imperio Romano, sino en la España Cañí, donde la gente aprovecha su paso por el inodoro para dejar sus opiniones políticas, laborales, sociales o erótico-festivas en la puerta del servicio.

Las pintadas que se ven en nuestra oficina son estándar. Desde la típica mentándole la madre al patrón hasta el típico refranejo de gasolinera (si presumes de altura, con la punta toca esta escritura, dice una).

Lo que está claro es que el tema del fútbol triunfa en toda puerta de urinario que se precie: ‘Puta Barça’, ‘Me cisco en el Real Mandril’, ‘Ultras Sur’, etc. Todas ellas tachadas y pintarrajeadas encima de nuevo con amenazas del ultra o frentatlético de turno.

También triunfa bastante la del compañero cabrón. Uno que pone ‘Maricón’ y al lado una extensión de teléfono. O el que directamente llama ‘Puta’ a una tipa con nombre y apellidos.

No he tenido ocasión de entrar a comprobar lo que pone en las puertas de los mingitorios femeninos, pero algo me dice que están inmaculados. Seguramente porque, a partir de cierta edad, la diferencia entre hombre y mujer se acrecenta. Vamos, que los fulanos somos más de seguir haciendo el ‘berzas’, mientras que ellas tienen cosas más importantes que hacer. Otro día hablo de eso.

La verdad es que después de esta divagación dudo entre dos conclusiones: o somos gente poco civilizada o ciscar nos aburre una barbaridad.

Seguridad Integral

por Jorge Cárcamo

Nos quedamos como los monos del zoo mirando a través de las rejas los servidores más cañeros al oeste del Manzanares

Me dirigía con el gran F.D.S. (le llamaré ‘Paco’ a partir de ahora para preservar su identidad) el otro dia a ver unos servidores a una de esas salas frías, llenas de cachivaches que lucen de forma parpadeante. Que dices tú, qué querrá decir el parpadeo ese (como el gótico de i.t. crowd).

Cuando llegamos a lo nuestros, sorpresa. Están enjaulados. Una seguridad que te rilas, que son máquinas superimportantes y ahí no puede tocar ni el presidente/a.

Pero para eso estaba Paco. Tirando de tarjeta, que el aquí es Capitán General. La pasa por la chisma y luce en verde. ‘Padentro’ todo el mundo. Pero, para nuestra desgracia, además de la tarjeta hay que tirar de llave, que está el cerrojo ‘echado’.

Nuestro gozo en un pozo. Nos quedamos como los monos del zoo mirando a través de las rejas los servidores más cañeros al oeste del Manzanares. Será ese, dice uno. Parece aquel, dice otro.

Y cuando nos volvemos, apesadumbrados por no haber podido tocar esos maquinones se nos aparece la picaresca española. Giramos nuestros cuellos y ahí está. El final de la jaula a 2 metros de la pared. Vamos que sólo hay jaula por un lado y nos podemos meter por el amplio hueco que queda para encerrar a las máquinas. Dos pasos y estamos dentro de la jaula.

Lo dicho. Seguridad Integral.